Julio César y Dominica Suárez llevan un matrimonio de más de treinta años. El oriundo de Capital Federal y ella de Temperley llegaron a la zona por casualidad. Julio visitó una inmobiliaria en busca de una casa y fue ahí que le ofrecieron "una propiedad vieja". La visitó, le gustó e hizo la operación. Buscó a su esposa y familiares y llegaron a la zona en un colectivo. allí Dominica toma contacto con el lugar, al que amo desde un principio. Luego fueron interiorizándose que vivían en la que fuera casa de don Luis Guillón, uno de los primeros vecinos, dueño de las tierras que hoy ocupa casi toda la ciudad de Monte Grande. Guillón vino a esta zona allá por 1878.
Julio y Dominica aprendieron a amar cada parte de su casa, intentaron restaurar lo dañado por dueños anteriores, para lograr dejar la casa como la tenía su primer dueño. Lógicamente no han podido lograr esto en su totalidad, pero mucho es original como sus puertas, escaleras, pisos, ventanales, lavatorio.
Este matrimonio tuvo tres hijos, Julio, Rubén y Carolina y una vida de trabajo, pero felices, nunca pidieron nada a nadie, todo se los dio el esfuerzo diario de sus labores.
Después de tantos años, la comisión "Preservando el Patrimonio Echeverriano", descubrió el 23/8/08 una placa recordatoria para que de alguna manera todo transeunte conozca que está frente a una imponente propiedad que se niega a envejecer gracias a sus propietarios que con tesón siguen apostando a ese ayer sin dejar de vivir el mañana.
Julio y Dominica aprendieron a amar cada parte de su casa, intentaron restaurar lo dañado por dueños anteriores, para lograr dejar la casa como la tenía su primer dueño. Lógicamente no han podido lograr esto en su totalidad, pero mucho es original como sus puertas, escaleras, pisos, ventanales, lavatorio.
Este matrimonio tuvo tres hijos, Julio, Rubén y Carolina y una vida de trabajo, pero felices, nunca pidieron nada a nadie, todo se los dio el esfuerzo diario de sus labores.
Después de tantos años, la comisión "Preservando el Patrimonio Echeverriano", descubrió el 23/8/08 una placa recordatoria para que de alguna manera todo transeunte conozca que está frente a una imponente propiedad que se niega a envejecer gracias a sus propietarios que con tesón siguen apostando a ese ayer sin dejar de vivir el mañana.
Miriam E. Orlando
Por gente como ustedes que aman el ayer es que generaciones futuras tendrán la oportunidad de ver una de las primeras mansiones de este distrito.
ResponderEliminar¡Gracias por abrirme las puertas de su casa y sus vidas!