Florinda Bottoni tiene 102 años y Primo Di Martino, 87. Son de los habitantes más antiguos. “Y aquí seguiremos”, coinciden. “Ahora es mejor que antes, está todo muy lindo”, dice ella. “La zona era la más limpia del Gran Buenos Aires”, cuenta él.
Aunque la localidad ya no es la misma, ellos aprendieron a aceptar los cambios. “Me gusta vivir en Monte Grande, ahora es completamente pueblo, está edificado, mejor que antes. Todo me llama la atención porque está muy lindo”, marca la coqueta Florinda, quien no duda en sonreír para la foto, mientras Primo aguarda caballerosamente para hablar con ese tono dulce que lo caracteriza. “Uno le toma cariño a Monte Grande, porque entre las ciudades del Gran Buenos Aires era la más limpia. Nosotros vivíamos como a siete cuadras de la estación y había tal tranquilidad que hasta se escuchaba el silbato del guarda del tren”, dice Di Martino. Y sobre el paisaje natural que servía de entretenimiento al salir de la Escuela N° 1, recuerda: “En la Laguna de Rocha había ranas, anguilas, pescados de toda clase... Faltaban ballenas nada más. Iba a pescar y sacábamos mojarras, palometas y bagres. Como éramos chicos pobres, usábamos una caña con un piolín y el anzuelito”.
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